Somos hermanos y hermanas. Cuidamos la Casa Común.
“Nada sobra, cada pieza es parte de esta gran obra”.
Cada año como comunidad lasallana nos regalamos un lema. Y ese lema es una invitación que nos damos, una propuesta que hacemos, una convicción que nos atraviesa y que queremos hacer más presente en nuestra Red de Escuelas.
Somos Hermanas y Hermanos es el marco inspiracional que nos acompaña en este trienio, buscamos vivirlo y profundizarlo, cada vez más, en su sentido y significado. La segunda parte nos invita a cuidar la Casa Común. Cada palabra de este lema recrea una pedagogía específica que queremos suscitar y sostener en nuestras aulas: pedagogía de la fraternidad, pedagogía de las comunidades de aprendizaje, pedagogía del cuidado, pedagogía de la ecología integral. Todas estas miradas nacen de la vida y la entretejen, haciéndola más bella. Y ya no sólo para la vida humana sino para con la comunidad de vida existente en nuestro planeta, en el cosmos.
El Cuidamos es un verbo que nos invita aquí y ahora. Es una acción que nos implica y nos ubica como actores, como hacedores. No es una propuesta individual sino una llamada colectiva. Es a la vez, una armación, algo a lo que le decimos que sí vitalmente, vocacionalmente. Cuidado signica desvelo, solicitud, diligencia, celo, atención, delicadeza, es también preocupación, inquietud y responsabilidad. Es un modo de ser en el mundo, es un estilo educativo, es nuestro modo y estilo lasallano.
¿Y de dónde tomamos la expresión “Casa Común”? ¿A qué nos referimos con ella? En textos de teólogos latinoamericanos, en los inicios del nuevo milenio, ya se habla de la Gran Casa Común para hablar de la tierra que habitamos. Luego, el Papa Francisco toma la expresión para su Carta Encíclica Laudato Si, dándonos su perspectiva ecológica. Allí, “la Casa Común es nuestra hermana, con la que compartimos la existencia y una madre bella que nos acoge en sus brazos. Esta hermana clama por el daño que le hemos provocado”. El clamor de la Tierra siempre está unido al clamor de los hermanos pobres. Estas categorías son retomadas y reflexionadas en varios documentos lasallanos.
La Casa es el lugar que habitamos activamente, en ella nos movemos, existimos y somos. Con nuestro estar la transformamos, ya sea por la producción, por el uso de sus recursos, por el desgaste natural, como también por la renovación, por el saneamiento, por la sustentabilidad, el reciclaje, etc. Dios Padre/Madre nos la ofrece para vivir nuestra misión. A lo largo de muchos siglos, nos sentíamos dueños de la casa, dominadores de las especies de la tierra y más aún, propietarios que podíamos hacer y deshacer sin pensar en las consecuencias... Hoy, estamos siendo interpelados a una vinculación nueva con la hermana Tierra; y desde ahí, podremos seguir respirando en ella y seguir compartiéndola con las generaciones que nos sucedan. Necesitamos un nuevo modo de relación, una nueva ética ecológica, una nueva espiritualidad solidariamente cósmica. Todos los seres somos interdependientes y vivimos en una compleja red de relaciones. Todos somos importantes, todos somos necesarios.
No es una casa cualquiera, es la casa Común, la de todo, todas y todos, la de la Comunidad, la de la mesa compartida, la de la inclusión. La casa común es un bien colectivo, quien se apropia de algo solo lo hace para el bien común. Es en la Casa Común que “gime y sufre dolores de parto” y donde se escucha el clamor de los pobres, donde hacemos cotidianamente el ejercicio de la fraternidad universal.
Leemos en la Declaración sobre la Misión Educativa Lasallana que la ecología integral es, pedagógicamente, uno de los mejores generadores de enfoques educativos que caracterizan nuestra siempre renovada propuesta educativa. Ésta, a su vez, favorece unos contenidos escolares planteados a partir de la búsqueda de sentido, y del aprendizaje basado en problemas. Este tipo de aprendizaje permite construir conocimiento, aprender con fenómenos que tocan la mente y también los afectos y las emociones, y entender la posible interrelación de las ciencias naturales, sociales y humanas, así como sus consecuentes impactos éticos. Una espiritualidad desde la Casa Común y la ecología integral, nos invitará a revisar y repensar también nuestras aulas, la selección de contenidos, las didácticas elegidas, la convivencia escolar, las comunidades de educadores, las relaciones que generan nuestras escuelas con la sociedad, nuestra forma de comunicarnos, el enfoque democrático, los discernimientos que hagamos en torno a los consumos culturales, tecnológicos, edilicios, administrativos y de funcionamiento que en general no son amigables con el cuidado de Tierra. En todas nuestras escuelas desde hace años impulsamos campañas ecológicas, separamos residuos, promovemos ahorros energéticos, revisamos el uso del papel, reducimos el uso de plásticos, entre otras muchas cosas; sin embargo, y valorando todo lo hecho, la transformación a la que Gaia nos está invitando, implica un cambio estructural en el modo de relacionarnos con todo y todos/as, lo que el Papa Francisco llama la conversión ecológica. Se trata de volver a un biocentrismo originario, dónde nos descubrimos parte de algo más grande, donde, al decir de Bo, no hay entes inertes, no hay materia muerta contraponiéndose a los seres vivos. Todas las cosas, todas las entidades (desde las partículas subatómicas a las galaxias) participan en cierto modo del espíritu, de la conciencia y de la vida.
Hermanarse con todo y todos es el presente y es el horizonte. Somos llamadas y llamados a una vincularidad que nos iguale, que haga horizontales nuestras relaciones; y nos recuerda que, en tanto humanos/as, somos hermanos/as. La invitación de Jesús nos desafía un poquito más, la fraternidad se manifiesta cuando compartimos nuestra mesa y el camino, no solamente en círculo cerrado con quienes creen y piensan como nosotros y nosotras, sino, especialmente, con aquellos que piensan y sienten distinto, cuyas opciones religiosas son otras o ninguna, con quienes nos contradicen y cuestionan, y con quienes, a pesar de todo, podemos también encontrar sueños comunes. En el disenso se encuentran más fácilmente los caminos hacia la innovación...
Nuestras escuelas son parte de esta transformación. Somos Tierra. Somos hermanas y hermanos, cuidando la Casa Común. Sumergirnos en la perspectiva de la “ecosofía”, supone entrar en otra dinámica del saber, usar otros lenguajes, otras metáforas, otro modos de relación, que signiquen tomar distancia de los lenguajes hegemónicos, consumistas y jerárquicos del poder, la competencia y la guerra... para entrar en las lógicas y metáforas que nos pongan en clave de otro modo de habitar y de vincularnos: como hermanas y hermanos, cuidadores de la Casa Común.